jueves, 1 de abril de 2010




Y están sonando melodías que remueven las entrañas del ser, las terminaciones nerviosas del recuerdo y el olor a naftalina hace de las suyas mientras las arañas comienzan a tejer alrededor de ellas para atrapar el sonido.
Teje, sigue tejiendo que no quiero escuchar mas, ni ver las baldosas rotas, ni lo que pude ser en ellas bajo aquella ocasión.
No quiero el baile decadente bajo las costras ni las cicatrices que comienzan a sanar para luego crear nuevas marcas bajo esta piel morena.
Otras heridas, otros besos, otras caricias. Malditamente, otras caricias.

Qué fácil es sentirse totalmente ignorado a pesar de tener las vertebras de tu espalda tatuadas con el nombre que nadie puede leer, es fácil sentirse decepcionado bajo el manto de la mirada que solo tú pudiste olvidar, bajo lo obvio de tus manos, para verme desnuda, parta verme sincera frente a tus pies totalmente vulnerable a los dientes hambrientos de aquél ser.
Qué fácil es sentirse engañado con las palabras marcadas a fuego en la carne que comenza a revivir de la putrefacción.

Y tu nunca me viste.
O simplemente pretendiste no ver.

Lancé tus voces al abismo, solo para saber que se esconde detrás de los ojos del lobo, ojos de la tragedia, ojos de la fiera.
Y al parecer, tu nunca me viste.-

Suerte la mía, Pena la mía. SUERTE.- Y son esos ojos que inevitablemente parecen ser los tuyos, malditamente los tuyos.

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Nada referente a alguna realidad cercana.

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 Escribir para vomitar vomitar para eliminar eso que da vueltas por las tripas y la cabeza eso que me atormenta.