lunes, 21 de noviembre de 2011

Digamos que entre tu y yo existen los nervios de lo desconocido.
Solo digamos que entre tu y yo, la historia se guarda y se olvida de cierta forma que cada mañana tenga un sabor mas dulce que el anterior.


sábado, 19 de noviembre de 2011



A ratos mostraba signos de vida, sentía mis labios como costras agrietadas con anestesia.
Era una maldita muñeca de trapo, adormecida, flácida, con hilos de pesadilla manejando mi cuerpo inerte, pero no podía controlar mi mente, solo otra fuerza anexa podía hacerlo.
Daba vueltas, golpeándose contra las paredes, rebotando sin que nada saliera por las rendijas de la puerta. De alguna estúpida forma sentí que seguía viva,  me seguía matando lo seco de mi garganta. Desperté del trance al tiempo en que los hilos se detuvieron y luego balbuceé algo que no alcancé a oír. 

-Yo sé que dije que eras un soñador, colocando de alguna forma determinada las cosas, con su matiz característico, con la pieza perfecta del puzzle, en el movimiento siguiente... para que ilusamente calce, moviendo y levitando las piezas del juego, haciéndolo mas saturado y lúdico. Colgaste frases de tus orejas y pretendiste ser el mejor juez, para que las palabras al rato oscilaran y jugaran con tu mente frágil de niña.-

Nunca tuve claro el transcurso del tiempo entre mi despabilada y reacción, sé que dije muchas cosas, para todos los seres que habitan en mi,  las dije repetidamente todas las noches mientras daba vueltas en mi cama. Las sabanas eran infinitas, me abrazaban como chaleco de fuerza, ni siquiera el gato, compañero de noches eternas, pretendía moverse de los pies de la cama. 
Al mismo tiempo que seguía revolcándome en mierda ametralladora en forma de pensamiento, seguían meciéndose aquellas palabras, rebotando en los recovecos de mis orejas, meciéndose rápidamente.

Repetí mil veces -eres un soñador, despierta pronto de la pesadilla - para abrir murallas y techos de esta pieza que de calor humano se tiñó de funeral. Ni siquiera podía saber si era mejor estando fría o seguir el día a día dando la batalla, si el cansancio era mayor a los rayos del sol o si el tormento era mayor con mi mente en la soledad de la noche. Lobos hambrientos se paseaban por mi cabeza para pillar a las caperucitas que quisieron perderse para no volver jamás, mientras yo seguía diciendo - despierta, despierta mierda, que los sueños/pesadillas no podrán ser dominados mientras siga atada a este hilo en forma de sabana sobre mi cuello, sobre mi cuerpo, atado por la propia maraña mental, atado por el propio duelo de todo esto.-

Es tu decisión. 

 Escribir para vomitar vomitar para eliminar eso que da vueltas por las tripas y la cabeza eso que me atormenta.