lunes, 10 de mayo de 2010


Nada aparece en la melodía de una voz.
Nada se pasea por las viejas calles.
Nada aparece en la mente, aún lo veo sentado en las bancas de la plaza ante las flores quemadas por el verano de Enero, de lejos veo los hombros encogidos y siguiéndome los talones el perfume de tu cuello.
- ¡Tum! ¡Tum! ¡Tum! - y me preparo para un paro cardíaco - ¡Tum! ¡Tum! ¡Tum! - y me preparo para un disparo.

La mirada animal de esos ojos hundidos se posa sobre mi piel, esperando, para devorarme sin ganas en cada mascada.
Sin ganas, sin nada, sin vista y sin chispa.
Va, vuelve y se desvanece, esperando calor en los brazos desesperados por sentir calor de la inocencia, dejando el alma desnuda en las manos de la locura... locura cuerda, locura suelta.

Se desvanece, como la llama de mi encendedor barato mientras juego con ella entre mis dedos morenos, se desvanece como el motor sin cuerda y sin rueda, es como ir rodando a tientas, tumbándose en el piso rebotando y así avanzando hasta tener las suficientes marcas para desvanecerse nuevamente.
Se desvanece lentamente mientras que sentir nada prefiero mil veces antes sentir dolor, un dolor tan impropio como las palabras difusas lanzadas en una noche de juerga. Impropias, tan impropias como tú.

La nada aparece de la nada, como la perfecta simbiosis entre mi café y el chocolate amargo mientras los dejo fundir para una noche larga.
Y de la nada termina en nada, como el cigarro que se acaba, dejando el rastro entre tu huella y mi pisada, dejando rastro en lo profundo de mi almohada...
El frío afecta la carne, las entrañas y de la nada, termino cogiendo tu garra para ser despedazada en otra nueva era a través del sol, termino cogiendo tu garra para soltarla y abandonarla al mejor postor.

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 Escribir para vomitar vomitar para eliminar eso que da vueltas por las tripas y la cabeza eso que me atormenta.