jueves, 11 de agosto de 2016

Chinos



Esperaba una porción de arrollados primavera
en los chinos de La Florida,
El estado de semi permanencia
la sensación de no tener nada concreto
hacen que ese llamado que recibí hace un rato atrás,
mientras iba caminando, sea aun mas difícil.

Hacía frío y ya estaba anocheciendo,
un hombre junto a mi
fumaba su cigarro.
Al fondo de la recepción de la sala,
se escuchaban los murmullos
de la familia de chinos
mientras preparaban la comida.
.
La gente se iba rápido a sus casas,
 ya bordeaban las 9
 y solo podía mirar el paquete
de papel higiénico
que había comprado
porque en casa todos estábamos resfriados.

Mientras esperaba
miraba manos y mis uñas
con el esmalte descascarado
y mi zapato sucio.

Me sentí sola y molesta,
me vi aguantándome las lágrimas
el dolor de mi garganta lo hacía disimular.

 Ojalá te dieras cuenta,
ya no escapo de ti,
porque estando en casa
 o a kilómetros de ella
seguiría sintiendo esa misma sensación.

Vuelvo a mirar hacia fuera,
el brillo de las luces de los autos
al pasar se reflejan en el pavimento.

El hombre que fumaba
 revisa su celular,
moviendo su dedo
de forma desinteresada, aburrido.

Sale la china con el pedido de comida
lo recibo con una mueca,
un intento de sonrisa y me largo de ahí.

Voy rápido,
evitando
saltando a la gente,
veo mi sombra achurada
en las murallas,
deformandose
a través de los matorrales,
 me pierdo en ellos
y mi figura desaparece.

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 Escribir para vomitar vomitar para eliminar eso que da vueltas por las tripas y la cabeza eso que me atormenta.