martes, 11 de diciembre de 2012

Mañana número 1.



La alarma de mi reloj esta vez no sonó a la hora de siempre, tampoco sentí cuando el sol salió para recibirlo con los brazos abiertos, como cotidianamente solía hacer, menos mi piel se erizó al sentir el frío ¿O es que acaso aquellos duendes me han sedado nuevamente?

Muy bien, tranquila, intentemos recordar hasta donde llegamos y como salir de esta.
No desesperes e intenta recuperar el sentido total de tu cuerpo.

Exacerbar sensaciones aunque muchas de ellas sean vacías y muchos otros líquidos y víceras en demasía. Admito mi incompetencia al intentar refugiar mi cáscara llamada cuerpo, admito mi poca maestría en mantenerme despierta.

Señor, si solo era algo pequeño, no fue algo que yo esperara pero...¿por qué? en mi cabeza surgen muchos cuestionamientos difusos, que su brillante luz me desconcentra aún más de mi propósito real.
Pero Señor, por favor, no me trate como otro pedazo de carne más, yo deseo las palpitaciones de mi corazón y todo lo que bombea. También necesito el resto de mis entrañas para sentir esta cápsula viva.
No saque mas de la cuenta, le contaré un secreto: me aterra la anestesia. Quizás recapacite con eso.

No quiero mas ataduras internas, ni marañas intestinales, ni piedras que rompan las fibras que intento sanar, en algún momento mis terminaciones nerviosas deberán descansar, pero no lo quería así. No debía ser así.
La calma solo viene con el agotamiento y las máquinas, me veo reflejada ahí, postrada en la cama. Llámame cuando sientas que sea necesario, quizás tal vez entre en razón y pueda esbozar una sonrisa, mover un dedo o sentir de nuevo la sensibilidad del clima en la dermis.


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 Escribir para vomitar vomitar para eliminar eso que da vueltas por las tripas y la cabeza eso que me atormenta.