martes, 11 de diciembre de 2012

Pronto estaremos en casa.



Amargo y ácido en los labios, como la culpa de comer algo que no debías. Tonta, con complejos de bulímica barata. Y es que fui bulimica, pero de sentimientos impropios, de amores no correspondidos y de cariños esperados jamás dados, amigos mal pagados y favores utilizados.
Qué poco consecuente con tu cuerpo y con tu alma, me avergüenzas y te reprocho por ello. El tratamiento empieza ya y con medicamentos duros a tus venas pequeñas.

Ya no hay vuelta atrás.

Nuestro cuerpo ya mutó de forma explosiva y así será durante este periodo de encierro/rehabilitación. No debemos permitirlo, no mas masoquismo por hoy, las cicatrices son suficientes. 

Por favor, enfermera, deberá vendarme estas manos para no sacar nunca más estas costras que nunca terminan de sanar.

Macro a estas cicatrices con relieve, suaves pero como fruta podrida, las muerdo como manzanas envenenadas, creyendo que son el mejor manjar. El grillo interno desea escapar pero... ¡por la mierda, por la chucha, por la cresta, por las mil putas de Valparaíso!

Cuanto odio estas sabanas viejas, cuanto odio estas paredes blancas que de estériles tienen nada, cuanto odio a ese Doctor y su cara de Semi-Dios hipócrita paseandose por los pasillos. Este tubo que atraviesa mis entrañas donde ni mis fluidos se sienten capacitados para emerger correctamente de él. 
Una cuenta regresiva eterna e infinita, la poca empatía de los falsos y la hastío constante de no tener mi cama y el peso de mi felino a los pies, ni tus brazos, ni el calor de los mios. 

¿Hasta cuando?

Pronto estaremos en casa. 

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 Escribir para vomitar vomitar para eliminar eso que da vueltas por las tripas y la cabeza eso que me atormenta.