¿Quién eres y por qué haces esto?.
¿Quién te crees que eres? - grité de un extremo a otro - para entrar a mi casa así como así y ensuciar con tus pequeñas huellas las paredes que acabo de limpiar de todo los hongos que agrietaron alguna vez esta vieja casa.
Ella jamás contestó, parecía no escuchar, parecía no ver. Impulsada por algo ajeno, creo yo que hacía lo que hacía sin tener motivo alguno.
La quedé mirando un buen rato, mientras tiraba las flores al piso, los maceteros chillaban al caer sobre la loza y aunque el ruido era insoportable jamás moví mi mirada fija sobre ella.
Impactante, no podía creerlo.
Aunque ella no me veía y ciertamente jamás prestó atención a mi presencia, trataba de hacer lo posible para que algún rayo de luz la hiciera llegar hasta mi, era inevitable y casi una obsesión de cada día hacer algo para acercarme más y más.
Al pasar el tiempo descuidé la casa, los girasoles murieron de apoco, se secaron en la inmensidad, las arañas tejieron sus propias casas dentro de la mía y aunque la compañía sinceramente me apestaba, no me importaba que su patas cortas corrieran por bajo mi cama.
Las nubes llegaron y con el techo agrietado comenzó el aguacero.
La cama se mojó, mis historias de años se entintaron unas a otras, mezclándose y corriendo por la mesa hasta bajo, un río negro recorría el lugar.
Y yo ahí aún de pie sin hacer nada.
No simplemente el lugar que con techo infinito parecía traer consigo un cielo de expectativas llenadoras y universos infinitos se opacaba cada vez mas como mis ojos con niebla, si no que en parte, algo como de esa casa, moría dentro de mi que yo no vi que existía hasta que fue muy tarde.
Me agrieté, me encorvé, algo en mi se aferró de las malas experiencias de un hogar inexistente.
La pequeña criatura como llegó desapareció y yo sin ningún peso, ninguna escoba, ni trapo, ni siquiera una manito de gato para empezar de nuevo...
Maldita sean las huellas pequeñas, me decía, maldita tú y tu obsesión hacia tu tumba.
Maldigo el día en que no me escuché y sin querer dejé ser lo que nunca me percaté de ser.
¿O si?.