Hay dos perfectas maneras para que esta noche se transforme en un gran accidente.
¡ C R A S H ! El choque del fuego que anhela el toque de tus dedos
¡ C R A S H ! Y ya siento como pierdo la noción por el perfume de tu cuello.
Las palabras se volvían evidentes ante el acto desesperado de mi ser. Tan arriba, elevándose de apoco, elevándose y dispersándose en el fútil de tus labios diciendo No.
El clock clock clock de mis zapatos rechinando y chapoteando en el piso húmedo, iba a la par con mis latidos que levitaban entre el vomito y la orina de las viejas calles de Valparaíso.
Meto la mano a mi bolsillo, dos disparos a mi cigarro y esbozo la mejor melodía en forma de humo a través de estos labios carmesí y mi mirada queriendo invitarte a algo mas. Y claro que podría ser algo mas, una invitación que no podrías rechazar.
Yo no sé que estaba buscando en este lugar a ciegas, yo no se que estabas haciendo ahí frente mi, ni en qué momento comenzamos a buscar y hurgar por el simple hecho de tomar lo equivocado, ilusamente teniéndolas todas las de perder.
Creyendo ser parte del juego y no estando dentro de él buscabas el gran pez, jugando entre la sonrisa vacía, esperando a tener las de ganador, jugando entre las caricias esperando al mejor postor.
¿Qué pretendías?
Creyendo ser parte del juego y no estando dentro de él buscabas el gran pez, jugando entre la sonrisa vacía, esperando a tener las de ganador, jugando entre las caricias esperando al mejor postor.
¿Qué pretendías?
Maldito Iluso. Maldita Ilusa.