domingo, 21 de marzo de 2010




Y de la nada entre los llamados casi telepáticos de nuestra sed, hemos sidos convocados ante esta roñosa pieza sin ningún motivo aparente.
El vino barato de la esquina, el gran perro que nos acompaña con un aire lobístico pero ya anciano a los años y las calles, los pasos entre el esfinter porteño de las calles viejas, nos reciben entre basura y cultura, recorriendo a pasos agigantados para luego perder la carrera en pasos pequeños, en pasos detenidos a causa del gran aliento que reseca mi garganta a través del cerro que va aumentando.
Puta...qué hermosa vista, conchetumadre. Y ahí el cigarro ganador difuminándose entre mis labios y los dedos resecos. Ahí el cigarro difuminándose entre la voz de la locura que me habla de perros Ahí entre las miradas desorbitadas de cerdos y ovejas - Já, ovejas. Malditas todas ellas.
Y dime tú... ¿Qué es lo guarda esa mirada vacia?. No he podido ver el reflejo de tu pupila en tal magno mar negro.

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 Escribir para vomitar vomitar para eliminar eso que da vueltas por las tripas y la cabeza eso que me atormenta.