Lo detona todo, hasta la fibra de mi estomago.
La ingenuidad de mi rostro se refugia ante el escudo sobre mi cuerpo, lista y preparada, observa apunta y ataca.
-Pobrecita, chiquitita ¿qué le han hecho hoy mi amor?
-Nada, solo estoy disfrutando cada segundo en como me imagino tus sesos sobre mis manos.
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