domingo, 1 de enero de 2012

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Me ahogaba, en explosiones urbanas, entre las masas efervescentes de alegría, brindando, saltando, en un mar gris que se reflejaba en el brillo del mar.

Me ahogaba, en las ganas de querer escapar, en la ganas de querer estar, en las malditas y estúpidas ganas de querer sentirme amada, de querer volar lejos y que todo se arreglara.

Me exacerbaba, esa acidez que te carcome las entrañas, que anuncia la previa de cuando todo se va a la mierda, de cuando sabes que quieres formar parte de un algo y terminas siendo parte de nada o simplemente solo estando, pero nunca queriendo estar.

Y que saco con caminar y caminar si solo estoy caminando en círculos, si lo que das no te lo dan, si lo que recibes es una minúscula parte de una pestaña que ya se salió, cuando solo anhelas algo tan simple y de un gesto tan puro. Un gesto tan puro que ya no germinó de donde debía nacer.

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 Escribir para vomitar vomitar para eliminar eso que da vueltas por las tripas y la cabeza eso que me atormenta.