Pasaba por la gran avenida, mientras el viento se mezclaba con el polvo, la tierra y las hojas secas.
El viento era fuerte, calido, recibiendo el verano ya casi terminando el año, el polvo se incrustaba en mis ojos, las hojas cafés y su vegetal cuerpo rechinaban ante mi lento pero hambriento paso. Sigo lo mio, con la mugre entre los ojos.
Muertos, zombies, diamantes y fantasmas.
De todo se veia aunque mi vista era nebulosa.
Estaban por ahí, caminando por la avenida de al frente, sentados en los banquitos de las plazas, adentro del Liceo, en sus lujosos autos y en las micros con el hedor caracteristico de las 2 de la tarde.
Unidos, esparcidos, revueltos y por si solos, habia de todo.
Varios buscaban la felicidad entre los brillos, se perdian en ellos.
Otros simplemente no tenian nada y buscaban las migajas entre el pasto seco.
Me sorprendí al ver perros que comían en platos de oro, con collares de plata y nombres lujosos, para todos aquellos que en su soledad se ahogaban.
Caminé unas cuadras más y era irónica la vista de niños callejeros y bebés abortados en un rincón, consumiendose como el cigarro, dilatandose y adormeciendose, envenenando su alma al mejor postor.
Las vecinas observaban todo eso pero ellas no hacian nada, solo omitian y como si nada pasara, a cambio solo reaccionaban ante las miradas, pasos y movimientos de sus pares, cultivando mala hierva, cultivando venganza y palabras peligrosas. En realidad, eso a nadie le importa, porque simplemente ellas no tenian nada mejor que hacer, despreocupadas pero atentas a las actos ajenos derrumbaban sus vidas, esperando por las noches a que sus ebrios maridos les sacaran la cresta a cambio de los pecados que cometian, para que sus propios maridos caminaran al alba con sus zapatos llenos de mierda al trabajo para ganar una miseria, para que porsupuesto, los esperaran al almuerzo con una gran cazuela y un pan duro para solo escucharse sorbetear y luego seguir en lo mismo.
La avenida mas allá solo se veia desierta en un seco día...
Otros simplemente abusaban
Otros se anulaban
Otros simplemente desaparecían.
En mi caso, al llegar a casa, solo tengo un escritorio con fotos viejas, con muertos, zombies, diamantas y fantasmas, que nada me dicen mas que tener su papel recortado en forma de carnet, algunas ves estuvieron, otras no tanto, otros quisieron comerse mi piel para dejarla putrida en un rincón porque nunca quisieron saborearla, solo darle la mascada. Muchos tiraron palabras al azar en un futil desenlace. En la nada misma, en lo que era hoy.
Pero... aveces es mejor. Al menos ya tiré la basura en un día de huelga y me tomé el vino del almuerzo a las 8 de la noche.
Y así por siempre, aunque al menos, siempre tengo unos ojos felinos caminando por ahí.