domingo, 7 de noviembre de 2010

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Lentamente mientras le dabas besos al cigarro entre tus dedos, fuiste desapareciendo, al punto de hacerte invisible, despegabas sin darte cuenta.
Guardaste aquello en una bolsa, saliste raudamente por la puerta, furioso, con el hambre en los ojos de quien quiere aniquilar lo mas bello de su ser, retumbaban entre el edificio las pisadas frenéticas entre tu suela y las escaleras, directo al 7mo piso que jamás nadie pudo ver. Te adentraste en él. Un disparo, quizas dos, uno a la cabeza, el otro al corazón.

De fondo suena esa melodía que a todos les gusta, pero que siempre termina cagándote la vida cada vez que la escuchas.
La luz era tenue entre nuestra caja de fósforos que se preparaba cada vez mas para ser incendiada en nuestro propio infierno.
El error es común cuando no es necesario adormecer la mente, para luego entrar en un estado casi "circumbirumbicamente violento", donde tristemente tejí almohadones de murallas para que jamás pudieras dañarte.

Te fuiste, te alejaste rápidamente, te veiamos flotar en un mar de confusión y malos recuerdos.
Te vimos, te vimos pasar por nuestras cabezas mientras vomitabas todo lo toxico y malhumorado que poseia tu ser
Al parecer no aguantabas mas, pero las paredes quedaron con nuevas marcas que con un poco de estuco podrás tapar.
Y ahí te encontramos, enterrado, con la mirada fija y los ojos llorosos murmurando algo.
Luego...


(...)


¡DESPIERTA!

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 Escribir para vomitar vomitar para eliminar eso que da vueltas por las tripas y la cabeza eso que me atormenta.